"Hay que tener visión amplia", me suelen decir aquellos que pretenden convecerme de teorías o praxis no convencionales. "La ciencia oficial se preocupa solo de defender a los suyos", me repiten hasta la saciedad los proponentes de fenómenos extraños. "¿Por qué tengo que estar equivocado? ¿Y si te equivocas tú?", me han dicho ya tantas veces que he perdido la cuenta...
Aquellos que nos dedicamos a la ciencia de forma profesional, y aquellos que ejercen como comunicadores o divulgadores de la ciencia, nos encontramos, con frecuencia creciente, con la necesidad de analizar o evaluar públicamente métodos, teorías, productos o dispositivos alternativos a los que proporciona la ciencia basada en la aplicación sistemática del método científico.
Ello es especialmente frecuente en medicina y alimentación, con ejemplos como la homeopatía, los movimientos antivacunas, los proponentes de las dietas alcalinas, el MMS, los defensores de beber agua de mar, etc.. pero se da también en otros ámbitos, como el medio ambiente (cloración del agua, chemtrails), el clima (geoingeniería), la energía y el transporte (la conspiración contra el coche eléctrico en los años setenta), por citar solo algunos.

- A las primeras de cambio se le acusa a uno de no estar informado, o directamente de ser ignorante, incompetente o ambas cosas, por no saber de innumerables estudios y patentes que respaldan las propuestas de los “alternativos”.
- A continuación se le acusa a uno de estar pagado por las pérfidas y malévolas multinacionales, literalmente la causa de todos los males de nuestros tiempos pasados, presentes y futuros. Por supuesto, la simple sospecha de esa esponsorización invalida cualquier argumentación que uno pueda hacer.
- Cuando uno consigue calmarse lo suficiente, y reclama cuáles son esos estudios o patentes, se argumenta que son estudios tan conocidos y obvios que no los llevan encima, y que por tanto habría que hacer otro programa, conferencia o debate, para que se puedan ver y comprobar así su veracidad.
- Las argumentaciones que utilizan los “alternativos” son muy genéricas y muy diferentes entre sí, mezclando temas con facilidad.
- Se consideran pruebas las declaraciones de un supuesto experto de la NASA, o del ejército de EE.UU., de un funcionario experto de la UE, de un médico de Harvard, de un miembro de Greenpeace, o de cualquier otra ONG. Siempre son declaraciones, y nunca resultados de experimentos, con datos contrastables y reproducibles, y por supuesto las pruebas nunca provienen de publicaciones en revistas con arbitraje. Es más, nunca se tiene acceso fácil a esas declaraciones.
- Cuando se rebaten sus propuestas a partir de conocimientos médicos, o de la ciencia de alimentación, o del comportamiento físico–químico de la materia, nunca entran en el tema. Incluso si se les pregunta qué es incorrecto de lo que uno dice, te argumentan que nada, pero que "no estoy teniendo en cuenta la manipulación de las multinacionales, o del ejército de EE.UU… que es algo tan obvio que no se puede ni entrar a discutir".
- La formación médica, o científico-técnica, de los proponentes de teorías alternativas nunca está clara, o directamente brilla por su ausencia… lo que es utilizado como argumento para reforzar su independencia de la “ciencia oficial”.
- Si suena la campana y se consigue rebatir de forma clara y fehaciente alguno de los argumentos alternativos, sus efectos mueren al terminar el encuentro. La próxima vez que se sepa del individuo en cuestión, volverá a utilizar sus argumentaciones, como si el encuentro del que hablamos nunca hubiera existido.


- Las bondades del método científico deben demostrarse día a día, punto a punto, argumento a argumento. La hipotética superioridad de la ciencia rigurosa no se puede postular ni exigir, sino que debe ser la conclusión, la consecuencia a la que se llega después de nuestras intervenciones.
- La historia del pensamiento filosófico, así como el desarrollo del método científico desde sus orígenes, pueden dar lugar a argumentos convincentes. Las primeras referencias al método científico, por parte de Roger Bacon en el siglo XIII, la definitiva presencia de la razón a partir de la Ilustración, a finales del XVIII, etc. son ejemplos de ello. Nos servirán de ayuda para contextualizar de qué estamos hablando, así como para proporcionar una sólida base histórica a nuestras argumentaciones.
- Precisamente la perspectiva histórica es la que nos permite ver que propuestas rompedoras y alternativas han existido siempre. Lo que ha ocurrido, a través de los siglos, es que las que han sido satisfactorias, como la teoría de la evolución de las especies, la relatividad, la mecánica cuántica, o el primer antibiótico, han cumplido con creces la trilogía virtuosa: 1) los autores demuestran, primero, un conocimiento exhaustivo del tema, 2) identifican de forma incuestionable los puntos débiles del statu quo, y finalmente, 3) la nueva propuesta es contrastable y reproducible.
- Obsesivamente pedagógicos: es imperativo saber comunicar la esencia del método científico, mediante ejemplos y contraejemplos, que resulten muy claros y didácticos. Por ello, no se pueden improvisar en la intervención, sobre todo si es en directo.
- Por tanto, debemos preparar lo mejor posible las intervenciones: ser científico en ejercicio, o profesional de la divulgación y comunicación científica, no proporciona los conocimientos específicos que permiten conocer los detalles de la teoría alternativa.
- Infinita paciencia, no responder jamás a las provocaciones. Llevar el encuentro hacia los cauces de un verdadero debate científico, y no entrar nunca en cuestiones socio-políticas.
- No aceptar nunca argumentos genéricos. Reclamar a qué casos concretos se refieren, y qué estudios concretos respaldan sus argumentos.
- Identificar las frases demagógicas de los alternativos. Todos los “podrían causar” se tienen que convertir en probabilidades grandes, medianas, pequeñas, muy pequeñas o despreciables.
- Por ejemplo, en cuestiones de medicación, productos naturales, contaminantes, etc. casi siempre los “podrían”, referidos a efectos perjudiciales, se convierten en la práctica en dosis tan pequeñas que en realidad son indetectables. Es un buen recurso insistir que "la dosis hace al veneno" es un principio universal.
- A mi entender, se consigue muy poco descalificando directamente, o ridiculizando las propuestas alternativas. Creo firmemente que no se debe descalificar nada. Me parece más razonable, ante las propuestas alternativas, invocar el principio de precaución, y dejar para cuando se publiquen los resultados el análisis de la propuesta.
- Se debe insistir, hasta la saciedad, que las propuestas alternativas deben ser respaldadas con experimentos y datos reproducibles. Solo cuando se hayan reproducido, de forma independiente, se podrá emitir un veredicto.
- El científico no debe probar que la propuesta es incorrecta, puesto que los contrarios nunca se pueden probar. Es el proponente el que debe proporcionar las pruebas que permitan comprobar su veracidad. Una vez se aporten los datos tangibles, ellos hablarán por sí solos.


- El 9 de Marzo de 2016 fuí entrevistado por el periódico "La Vanguardia", sobre la reciente cancelación del Master de Homeopatía en la Universidad de Barcelona, y en concreto sobre ausencia de principio activo en la dilución de los medicamentos homeopáticos. Aquí tenéis el enlace.
- El 11 de Marzo de 2016 fuí entrevistado por la cadena de radio colombiana "W Radio", dentro del programa "La W Radio", sobre el contenido del presente artículo, en el contexto del debate sobre la eficacia de la homeopatía.
En este blog exploro la química de nuestro entorno desde una perspectiva global, que incluye su relación con las demás ramas de la ciencia, la tecnología, e incluso las disciplinas humanísticas. También realizo pequeñas incursiones en el mundo de la educación universitaria. Siempre al alcance de todos. Verás que la química es compleja, su mundo también, pero no tanto como pudiera parecer.
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