El pasado 22 de noviembre moría en la ciudad australiana de Canberra, Frank Fenner, uno de los principales artífices de la desaparición de la viruela en el mundo. Hoy en día, ésta es la única enfermedad infecciosa que el hombre ha conseguido erradicar. De origen asiático, llegó a tierras mediterráneas hacia el siglo III dC. Mantuvo unas cifras de mortalidad moderadas hasta el siglo XVIII, cuando se convirtió en la primera causa de muerte infantil. En las décadas centrales de esta centuria se difundió en el mundo occidental un remedio preventivo de origen chino, la llamada variolización, consistente en la inoculación en una persona sana del líquido procedente de las vesículas que se forman en la piel de un enfermo de viruela. Esta práctica comenzó a realizarse al observar que una persona que hubiera padecido esta enfermedad, no volvía a contraerla, por lo que se pensó en contagiar artificialmente a gente sana con materia procedente de las lesiones cutáneas de enfermos leves de viruela, para así protegerla de por vida de esta infección. Esta técnica preventiva, totalmente empírica, basada según se supo en las últimas décadas del siglo XIX en la producción de anticuerpos frente al virus de la viruela por parte del organismo, fue sustituida por otra técnica profiláctica, la vacunación antivariólica. Su descubridor fue el médico inglés Edward Jenner, quien a mediados del siglo XVIII observó en la pequeña población en la que ejercía que las personas que ordeñaban vacas afectadas de la llamada vacuna, una enfermedad leve que les producía vesículas en las ubres, se contagiaban a veces de la misma y presentaban asimismo vesículas en las manos. Lo más sorprendente fue comprobar que estas personas, así contagiadas, no enfermaban de la viruela: una enfermedad del ganado vacuno las protegía de una infección humana. Hoy sabemos que ambas enfermedades presentan una inmunidad cruzada, pero que a Jenner le llevó a sustituir la variolización, práctica que a veces originaba graves efectos secundarios, por la inoculación del líquido de las vesículas de la vacuna, una práctica más segura y eficaz así como, nuevamente, totalmente empírica, al desconocerse su fundamento científico. Años después, el microbiólogo Louis Pasteur, en honor a Jenner, acuñó el término vacunación para nombrar a la inoculación de microorganismos en personas sanas con el fin de estimular la producción de anticuerpos y prevenir la enfermedad infecciosa correspondiente.
Tras el descubrimiento de Jenner, la vacuna contra la viruela se extendió con rapidez y la enfermedad comenzó a descender. En 1967,"El pasado es sólo el prólogo." Archivo Nacional de Washington.
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