Los antidepresivos podrían convertirse en los medicamentos ideales para mejorar la calidad de vida de los que sufren dolor crónico.
J. GUTIÉRREZ, ALTORRELIEVE DE ANTONIO SUSINO, «MONUMENTO EN MEMORIA DE LOS CAÍDOS EN LA GUERRA DE ÄFRICA»
Los antidepresivos, amén de atajar el «dolor del alma», ejercen una acción analgésica real, en muchos casos independiente de su acción sobre el trastorno depresivo.
Estudios en ratones transgénicos demuestran que en la acción analgésica de los antidepresivos intervienen ciertos receptores noradrenérgicos y serotoninérgicos.
Estos ensayos también han demostrado que los antidepresivos potencian la acción analgésica de los opiáceos.
Rosa Sánchez* es una mujer de carácter fuerte. A pesar de sus de 72 años cumplidos y los achaques propios de la edad, conserva muy buen humor, aunque ha tenido motivos sobrados para deprimirse. Sus mayores problemas en estos momentos, aparte del aislamiento social que sufren en la actualidad las personas de cierta edad, son los que derivan de una diabetes de larga duración. Se queja de unos dolores paroxísticos en los pies, que la despiertan de noche y le interrumpen el sueño. Diríase que no le afecta a su permanente buena presencia de ánimo. De ahí la extrañeza de su hija cuando el médico le ha recetado amitriptilina, un antidepresivo; media pastilla antes de irse a dormir.
Al poco tiempo de tomar el medicamento, Rosa ha mejorado. Se le han aliviado los dolores causados por una neuropatía diabética. El médico ha acertado en la administración de un antidepresivo tricíclico. Con una larga historia de casi medio siglo, la amitriptilina sigue siendo el antidepresivo más socorrido para el tratamiento del dolor crónico.
A Claudio Vidal* le han recetado venlafaxina, un antidepresivo de síntesis. El paciente, de 50 años, tiene cáncer de vejiga y, además de un dolor crónico rebelde, sufre una profunda depresión. Después de algún tiempo de tratamiento con venlafaxina, ha mejorado de su depresión y se queja menos de dolor, aunque el proceso oncológico continúa su avance.
Ambas historias ilustran dos de los casos más frecuentes en los que un antidepresivo puede desempeñar una función analgésica en el tratamiento del dolor crónico; a saber: dolor neuropático por diabetes sin depresión asociada y dolor crónico oncológico asociado a depresión grave. Entre estas dos situaciones caben otras muchas. En todas, los antidepresivos se han mostrado eficaces analgésicos.
Septiembre/Octubre 2005
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