El sistema visual trata por separado tres aspectos fundamentales de la escena: la naturaleza de los objetos, su localización y su utilidad, funciones que el síndrome de Bálint disocia.
DELPHINE BAILLY
En 1909, el neurólogo Rudoplh Bálint describió un síndrome visual que llevaría su apellido, el síndrome de Bálint. Este afecta las áreas parietales del cerebro.
El síndrome de Bálint comprende tres tipos de alteraciones: la ataxia óptica, la simultanagnosia y un trastorno general de la atención visual.
Las personas afectadas no pueden adaptar el movimiento de su mano a la visión de un objeto y su mirada permanece fija en un punto, por lo que no perciben el espacio circundante, entre otras disfunciones.
Rudolph Bálint, neurólogo nacido en 1874 en Budapest, publicó en 1909 un artículo donde exponía el caso de un paciente atípico. Tras una serie de desvanecimientos, el sujeto sentía que su visión había cambiado, si bien se mostraba incapaz de describir cómo; ya no podía leer, ni escribir ni dibujar. Hospitalizado, se le tuvo en tratamiento durante cuatro años, sin que su estado mejorase. Ingresó después en la clínica de Bálint, donde fue atendido hasta que murió. En su artículo, el neurólogo informaba de la evolución del paciente en los tres años de hospitalización. La autopsia del cerebro evidenció ciertas lesiones cerebrales.
Bálint descubrió tres síndromes, vinculados a lesiones parietales. Ulteriormente, unas lesiones más delimitadas en otros sujetos posibilitaron la observación de los signos asociados a cada uno de los tres síndromes por separado.
El primero, la ataxia óptica, es una incapacidad de adaptar los movimientos de la mano a la visión de los objetos. Es el caso de quien, al encender un cigarrillo, no acierta con la punta y lo quema por la mitad. Todo ocurre como si el paciente estuviera dotado de una visión normal, pero fuese incapaz de ajustar sus gestos a su visión del entorno. Nuestro neurólogo lo consideraba un problema de coordinación de la mano derecha al curso de movimientos guiados por la vista.
El segundo, la parálisis psíquica de la mirada, se nota por la fijación de esta: Bálint observa que en los ojos de su paciente no hay movimientos espontáneos. Puesto ante un escritorio, personas o un escaparate, el sujeto permanece con la mirada fija sobre un elemento de la escena, sin poder apartarla del mismo.
El tercer síndrome es un trastorno general de la atención visual. Bálint advierte una falta de interés del paciente por todo lo que hay a su izquierda. Según sus propios términos: «La atención del paciente está permanentemente dirigida hacia la parte derecha del espacio». A este problema se le llama hoy síndrome neurológico de desatención o hemiomisión [véase «Un mundo a medias», por V. S. Ramachandran y D. Rogers-Ramachandran, Mente y Cerebro, n. 43, 2010]. Bálint observa también un estrechamiento de la amplitud de la atención visual del paciente. «Dentro del campo visual del paciente solo cabe un objeto a la vez.» A este trastorno se le llama simultanagnosia.
Enero/Febrero 2007
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