Se han creado sintéticos, como el de un tripticeno y un heliceno. Otro es un alqueno helicoidal. Funcionan en una dirección. Un catenano con dos macrociclos, en cambio, es reversible. El pequeño prefiere una estación, pero una energía lo lleva a otra.
Los motores moleculares forman parte de nuestra propia biología, donde rigen funciones comunes del ser humano. Es el caso de la miosina, responsable, mediante su interacción con la actina, del movimiento muscular; o de la cinesina y la dinaína, que utilizan los microtúbulos del citoesqueleto para transportar material celular. Pero no sólo el cuerpo humano contiene motores así: las bacterias se propulsan con su motor flagelar hacia condiciones de vida mejores.
Ante la importancia de estas moléculas, muchos investigadores se propusieron conocer el funcionamiento de tan impresionantes estructuras. Así, en 1997 P. Boyer y J. Walter recibieron el premio Nobel por su contribución a la elucidación del funcionamiento del motor molecular FoF1-ATPasa. Pero no sólo se han limitado al conocimiento de los mecanismos de acción. A partir de esas estructuras y de su modus operandi se han creado motores moleculares sintéticos.
Marzo 2007
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