La estructura de las sociedades modernas ha modificado los patrones de contagio de las enfermedades infecciosas.
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Los modelos clásicos de propagación de epidemias suponen contactos homogéneos entre la población. La globalización, sin embargo, está obligando a considerar otras pautas de contagio.
Durante los últimos años, diversos sistemas de alerta han permitido obtener información muy detallada sobre las rutas de transmisión de varios brotes infecciosos globales.
A fin de incorporar la estructura de los contactos infecciosos en una población, los expertos están desarrollando nuevos modelos basados en la teoría de redes.
La propagación de epidemias nos brinda una de las muestras más claras de la reciente globalización de la actividad humana. La gran movilidad de las personas favorece la rápida difusión de enfermedades entre distintas regiones del planeta. Un ejemplo aún vigente lo hallamos en el brote del síndrome respiratorio de Oriente Medio, causado por un nuevo tipo de coronavirus detectado en septiembre de 2012. Unos años antes, en noviembre de 2002, otra variante de esta clase de patógenos había provocado la aparición del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS). Aunque el brote se originó en China, la enfermedad acabó ocasionando unas 800 muertes en Asia y otros continentes. A principios de este año se detectaron en China los primeros casos de infección en humanos de la gripe A H7N9, de origen aviar.
La repercusión mediática que han recibido estas epidemias no solo se debe a la novedad de observar dichos brotes en humanos, sino también a la alerta causada por su avance geográfico. ¿Hemos aprendido algo de estos episodios?
Por lo que respecta a la modelización matemática de la dinámica de las enfermedades infecciosas, podemos decir que hubo un antes y un después del SRAS. Su rápida propagación a Canadá y Estados Unidos propició una colaboración internacional sin precedentes coordinada por la Organización Mundial de la Salud. Como resultado, se obtuvo información muy detallada sobre las rutas de transmisión de las infecciones ocurridas en Hong Kong, Singapur y Ontario, entre otros lugares.
Aquellos datos arrojaron dudas sobre una de las premisas básicas empleadas hasta entonces en la modelización de epidemias: a saber, que los individuos de una población se mezclan de manera homogénea. Ello puso de relieve que los resultados basados en transmisiones locales no siempre pueden extrapolarse a un ámbito global.
Octubre 2013
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