Las rogativas que antaño se realizaban para conseguir que lloviera se hallan bien documentadas en los archivos eclesiásticos. Su estudio arroja luz sobre el clima del pasado.
ARCHIVO CATEDRALICIO DE BADAJOZ
El breve período de tiempo del que se dispone de datos meteorológicos --un siglo, en el mejor de los casos-- resulta insuficiente para estudiar un sistema como el climático, con múltiples escalas y causas de variabilidad que interactúan de forma no lineal. Por ello, es necesario recurrir a otras fuentes de información climática que nos proporcionen un marco temporal más amplio. Desempeñan esta función las variables «representantes» o «intermediarias» (proxy), variables no climáticas cuyo comportamiento está total o parcialmente condicionado por parámetros climáticos.
Las variables proxy pueden ser extraídas de la naturaleza (anillos de árboles, corales, sondeos de sedimentos terrestres, marinos o hielo, etcétera) o de fuentes documentales (fechas de vendimia, de floración o de rogativas, entre otras). Entre estas últimas destacan, en la península Ibérica, las series de rogativas: ritos religiosos que se realizaban para solicitar a Dios un cambio en la situación meteorológica, bien para conseguir lluvia (rogativas pro-pluvia) bien para conseguir la calma del tiempo (rogativas pro-serenitate).
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