La catástrofe ocurrida en la mina de Aznalcóllar en la madrugada del 25 de abril de 1998 es, sin lugar a dudas, el mayor desastre ambiental ocurrido en España y uno de los más graves de Europa occidental, no sólo por su magnitud, sino también por haberse producido en las proximidades de uno de los parajes naturales más importantes de Europa: el Parque de Doñana. Después de tres años del accidente conviene hacer balance y analizar sus causas, sus efectos y las lecciones que debemos extraer para el futuro.
La comarca de Doñana está situada en el área próxima a la desembocadura del río Guadalquivir, en las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Comprende una extensa zona de marismas, con lucios, lagunas y caños, así como zonas de dunas, pinares, matorrales y pastos y una agricultura rica y variada. Desde 1978, unas 50.000 Ha están protegidas bajo la figura de Parque Nacional, declarado Reserva de la Biosfera en 1981 y, en 1994, Patrimonio de la Humanidad. En sus límites norte, este y sur se encuentra el Parque Natural, con una extensión de 54.000 Ha adicionales.
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