Producidos con idénticos medios que los circuitos integrados, estos detectores posibilitaron el descubrimiento reciente del quark cima. En ellos se confía para abordar otros experimentos cruciales.
El silicio, elixir de la revolución electrónica, es bien conocido como material de extraordinaria adaptabilidad. Hoy día, transcurrido casi medio siglo desde los descubrimientos que anunciaban la presente invasión —ordenadores por doquier, técnicas de comunicaciones, células fotovoltaicas—, su versatilidad permite apuntar hacia metas más ambiciosas. Los años venideros prometen la aparición de micropastillas ("chips") que posibiliten la comunicación electrónica con los nervios humanos y de máquinas diminutas capaces de realizar delicadas intervenciones de microcirugía.
Otra aplicación fascinante consiste en la detección de partículas dotadas de carga con el fin de escudriñar el corazón mismo de la materia mediante una suerte de microscopio basado en el silicio. Tras un desarrollo de quince años, el detector de microcinta de silicio puede medir la posición de las partículas dentro de un margen no mayor de 10 micrometros —precisión 10 veces superior a la alcanzada con las anteriores técnicas electrónicas de detección de partículas—, lo cual ha abierto nuevas vías de experimentación en la física de partículas y otras ramas de la ciencia.
Julio 1995
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