Se ha comprobado la influencia del tamaño del parque y de la cobertura arbórea en la mitigación del ruido urbano.
MARÍA FRANCO
La urbanización puede contemplarse como una enorme manipulación de las condiciones ambientales que influyen en los seres vivos; las ciudades, como fenómenos ecológicos emergentes en donde la congestión del tráfico, la contaminación del aire y otros problemas de las urbes modernas resultan de la interacción de numerosas variables. El ruido constituye una de las alteraciones ambientales más molestas. Está reconocido como uno de los que más deteriora la calidad de vida de los urbanitas, tanto en los países desarrollados como en los que se hallan en vías de desarrollo. Se ha comprobado que en Kahramanmaras (Turquía) y en Curitiba (Brasil), el 97 por ciento de los sitios analizados presentaban niveles de ruido iguales o superiores a los 55 decibelios A (dBA, unidad que mide la potencia del sonido, ponderada según el perfil auditivo del oido humano). Hay que señalar que la Organización Mundial de la Salud ha considerado ese valor como un umbral que no conviene sobrepasar si se desean evitar las molestias por ruido en espacios abiertos.
Noviembre 2011
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