Tras ocho años de funcionamiento, el acelerador de partículas Hera de Hamburgo —una suerte de "supermicroscopio electrónico"— ha refinado el cuadro global que se tiene de la estructura del protón y de las fuerzas que actúan en la naturaleza.
Cuatro fuerzas (o interacciones) fundamentales rigen el universo en que vivimos: la fuerza gravitatoria, la electromagnética, la débil y la fuerte. En virtud de la gravitatoria, cae la manzana del árbol y gira la Tierra en torno al Sol. La fuerza electromagnética une los electrones, de carga negativa, a los núcleos atómicos, positivamente cargados; es la interacción que nos suministra energía a través de los enchufes de nuestra casa. La fuerza débil posibilita la producción de radiación y de energía calorífica en el Sol, mediante un proceso de fusión nuclear, así como la desintegración de los núcleos atómicos. La fuerza fuerte, por fin, mantiene unidas a las piezas más elementales de la materia: junta las partículas puntiformes —los así llamados quarks y gluones— dentro de los protones y neutrones e impide que los protones abandonen los núcleos atómicos a consecuencia de la repulsión mutua que experimentan.
En la vida diaria estamos acostumbrados a la fuerza gravitatoria. Quizá por eso le concedemos especial importancia. Pero en física subatómica, que investiga las interacciones entre partículas, la gravedad no desempeña ningún papel, ya que es muchísimo más débil que las tres fuerzas fundamentales restantes.
Junio 2001
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