Los neutrinos no son sólo una curiosidad de la física de partículas, sino también una herramienta práctica en astronomía.
CORTESIA DEL CERN
En 2002, cuando la Comisión Nobel otorgó el galardón a Ray Davis y Masatoshi Koshiba, eran varios los méritos que pudo haber enfatizado. Entre otros hallazgos, Davis había detectado los neutrinos solares (la primera vez que se observaban neutrinos de procedencia cósmica) y Koshiba, los originados en la gran supernova de 1987. Su trabajo supuso una proeza experimental que, años más tarde, ayudó a confirmar que los neutrinos, en contra de lo que muchos teóricos habían asumido, poseían una pequeña masa. Sin embargo, a Davis y Koshiba se les reconoció, por encima de todo, la creación de una nueva disciplina: la astronomía de neutrinos.
Con ello, además de una notable curiosidad teórica, los neutrinos se convirtieron en una herramienta para explorar el universo. Al igual que los astrónomos de hace un siglo se embarcaron en la construcción de los primeros telescopios ópticos gigantes, hoy se procede al diseño de enormes telescopios de neutrinos. Con ellos se han detectado decenas de miles de estas partículas y ya se han obtenido las primeras imágenes en neutrinos del Sol.
Julio 2010
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