Algunas demostraciones conectan este sencillo problema aritmético con la combinatoria, la teoría de grafos o el análisis matemático.
Los números tetraédricos se construyen a partir de los números triangulares del mismo modo que estos a partir de los naturales. [CaptureLight/iStock]
En mi anterior columna, vimos que la famosa anécdota que cuenta cómo el joven Gauss sumó los cien primeros números naturales,
1 + 2 + 3 + ··· + 100 = 5050,
es apócrifa. Pero, aunque no tengamos pruebas de que esa historia sea cierta, nos sirvió igualmente para ilustrar y comparar distintas maneras de obtener la suma de los primeros n números naturales,
T(n) = 1 + 2 + 3 + ··· + n = n(n + 1)/2.
A partir de la prueba por «caligrama matemático» que suele acompañar a la anécdota (y que consiste en sumar el primer y último término, el segundo y el penúltimo...), discutimos el concepto de casualidad matemática y la diferencia entre las demostraciones que solo prueban un resultado, como las basadas en la inducción matemática, y aquellas que además lo explican, como los caligramas y las pruebas visuales. Estas últimas no se consideran demostraciones rigurosas, pero las pusimos en valor al mostrar que pueden clarificar el problema y señalar el camino hacia una prueba formal y rigurosa, que en nuestro caso conseguimos usando el formalismo de los sumatorios.
En esta segunda parte de la columna, continuaremos examinando otras formas en las que el pequeño Gauss podría haber obtenido la respuesta y discutiendo hasta qué punto resultan explicativas. Y, además, comprobaremos que reformular el problema nos permite encontrar su solución en varias áreas inesperadas de las matemáticas.
Demostraciones automáticas
Pero ¿qué quiero decir con «reformular»? Observemos que, si conocemos el valor de T(n − 1), bastará con sumarle n para obtener T(n). Así, podemos expresar el problema de hallar la suma de los primeros números naturales mediante una ecuación de recurrencia,
T(n) = T(n − 1) + n,
que tiene como solución dicha suma. Esta reformulación del problema abre la posibilidad de utilizar un sencillo algoritmo de demostración automática que permita a un ordenador deducir la fórmula de T(n). Tal prueba constaría de los siguientes pasos:
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