La pieza clave de cualquier lector de disco compacto o de CD-ROM es el diminuto y poderoso láser, verdadero estilo o punzón óptico de excepcional agudeza. Gracias a él puede leerse la información que almacena un CD en su superficie en forma de minúsculos hoyos. (Un tipo futuro de lectores de disco óptico registrarán la información mediante cambios reversibles del material del sustrato.) La longitud de onda de la luz láser limita el número de muescas --y por tanto la cantidad de datos-- que caben en el disco. A longitudes de onda más cortas, podrán leerse muescas más pequeñas.
Los láseres que utilizan los lectores CD actuales son de arseniuro de galio (GaAs) y semiconductores afines, que al ser excitados emiten luz coherente en longitud de onda de unos 820 nanómetros. Con esta luz infrarroja se pueden leer muescas mayores de un micrometro, algo así como 1/50 del grosor de un cabello humano. Se están desarrollando nuevos formatos de disco óptico que aprovechan los progresos realizados en láseres de infrarrojos para aumentar la densidad de información, como explica el artículo precedente. Pero los láseres de diodo azules, que emiten luz a 460 nanómetros, pueden comportarse todavía mejor y leer muescas mucho más diminutas. Un CD de audio así grabado podría almacenar, no ya una, sino las nueve sinfonías de Beethoven. Las aplicaciones multimedios obtendrían también enormes ventajas.
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