El nacimiento de una estrella se acompaña de fenómenos violentos de contracción gravitatoria y de eyección de materia. Gracias a los radiotelescopios y telescopios de ondas infrarrojas podemos aproximarnos a las fases iniciales de la formación estelar.
Las estrellas son ladrillos básicos en el edificio del universo.Basta con mirar al cielo en una noche despejada para percatarnos de ello. Veremos estrellas en un número incontable: hay del orden de 100.000 millones sólo en nuestra galaxia. Y siguen naciendo nuevas, mientras otras mueren. Para alcanzar un mínimo conocimiento del cosmos, hemos de comprender el origen, la estructura y la evolución de las estrellas.
En la débil luz que nos llega de las estrellas se encuentran pistas valiosísimas que han permitido reconstruir el curso de su vida, su estructura física y composición química. En esencia, una estrella es una bola de gas en la que la fusión del hidrógeno, en su interior, y la gravedad constituyen los fenómenos dominantes. Tras desentrañar su estructura, pudo predecirse con bastante precisión de qué manera evolucionan las estrellas. De hecho, la teoría de la evolución estelar merece contarse entre los mayores logros de la ciencia del siglo xx. Pero aún queda algún cabo suelto; el más suelto, el nacimiento de las estrellas.
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