El ensamblaje del cuerpo de Drosophila adulta, a partir de 21 discos imaginales, está dirigido, en cada disco, por una población especializada de células que, en el proceso, adquieren capacidad invasiva y migratoria.
Uno de los aspectos más fascinantes de los seres vivos reside en la variedad de cambios de forma que experimentan durante su desarrollo. La transformación de una semilla en un árbol o de un embrión en un hombre constituye un proceso complejo, cuyas etapas se suceden siguiendo un programa codificado en los genes.
La metamorfosis de los insectos constituye quizás uno de los procesos que mejor ejemplifican los cambios de forma en los organismos. El desarrollo metamórfico supone una rápida transformación del individuo juvenil (la larva) en una forma adulta radicalmente distinta. Esta estrategia de desarrollo permite la adaptación de las formas juvenil y adulta de un mismo organismo a ambientes y funciones muy distintos dentro del ciclo biológico (figura 1).
Enero 2006
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