Los gases de invernadero constituyen una amenaza contra la integridad de la biosfera. Para hacer frente a ese reto, se cuenta con dos complejos enzimáticos de la fotosíntesis.
Juan B. Arellano
Javier De Las Rivas
En el transcurso del siglo XX, la temperatura media sobre la superficie de la Tierra aumentó 0,6±0,2 grados Celsius, el nivel del mar subió entre 10 y 20 centímetros, la energía térmica almacenada en sus aguas se incrementó, algunas superficies terrestres o marinas cubiertas por nieve o hielo retrocedieron un 10 por ciento o perdieron hasta el 40 por ciento de su espesor y el perfil de precipitaciones atmosféricas en varias zonas del planeta cambió. Se observó un aumento de la intensidad y frecuencia de fenómenos climáticos extremos como El Niño, monzones y sequías.
Las causas de esas modificaciones se reparten entre las que son debidas a la acción del hombre y las que se deben a agentes naturales. Entre las segundas se inscriben variaciones sutiles de la radiación solar y cambios producidos por la actividad volcánica. Entre los antropogénicos destacan los gases y los aerosoles derivados de la combustión de residuos fósiles.
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