Ciertas infecciones bacterianas resultan ya indemnes ante cualquier antibiótico. El problema de la resistencia podría revertir si la sociedad tomara en consideración que los fármacos afectan por igual a las bacterias "buenas" y a las "malas".
El año pasado sucedió algo que los médicos hace tiempo que temían. En tres pacientes geográficamente distantes, una bacteria a menudo letal, Staphylococcus aureus, mostró una tenue respuesta a un antídoto en el que hasta ahora se podía confiar: la vancomicina, un antibiótico. Afortunadamente, en esos pacientes el microorganismo sí era sensible a otros fármacos y se logró su erradicación. Pero la aparición de S. aureus que no sean susceptibles de un tratamiento óptimo con vancomicina presagia problemas.
Existen en todo el mundo muchas cepas de S. aureus resistentes frente a cualquier antibiótico menos frente a vancomicina. La aparición de formas insensibles a la vancomicina significa que se está abriendo el camino a variantes que no se podrán tratar con ninguno de los antibióticos conocidos. S. aureus, uno de los principales agentes etiológicos de infecciones hospitalarias, ha dado un paso en dirección a su transformación en asesino imparable.
Mayo 1998
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