Muchas de las cuestiones científicas de mayor calado y algunos de los problemas más urgentes de la humanidad competen a la ciencia de los átomos y las moléculas.
KATE FRANCIS, BROWN BIRD DESIGN
¿Cómo se originó la vida?
El momento en que surgieron de la materia inanimada los primeros seres vivos, hace casi cuatro mil millones de años, sigue envuelto en el misterio. ¿Cómo se formaron, a partir de unas moléculas sencillas del «caldo primordial», unos compuestos cada vez más complejos? ¿Cómo empezaron algunos de esos compuestos a procesar energía y replicarse (dos de los procesos que definen la vida)? A nivel molecular, estos estadios corresponden sin duda a reacciones químicas, lo que convierte el origen de la vida en un problema de esa ciencia.
Ya no es el momento de ofrecer nuevas conjeturas, más o menos verosímiles, sobre el origen de la vida. De ellas se dispone en abundancia. Se ha especulado que unos minerales arcillosos habrían catalizado la formación de los primeros polímeros autorreplicantes (moléculas que, como el ADN o las proteínas, se hallan constituidas por largas cadenas de unidades menores); que la complejidad química habría sido impulsada por la energía procedente de las fumarolas de los fondos marinos; o sobre un «mundo de ARN» en el que esta molécula, que se asemeja al ADN y puede catalizar reacciones como lo hace una enzima, habría representado una molécula universal antes de la aparición del ADN y de las proteínas.
Diciembre 2011
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