Nuevos materiales magnéticos de base molecular prometen avances en las aplicaciones criogénicas.
CORTESÍA DE MARCO EVANGELISTI, AGUSTÍN CAMÓN Y OLIVIER ROUBEAU
Una característica peculiar de los materiales magnéticos reside en que su temperatura puede variar como respuesta a la aplicación de un campo magnético externo. Este fenómeno, conocido como el efecto magnetocalórico (EMC), fue observado por primera vez en 1881 en el hierro metálico. Medio siglo más tarde, William F. Giauque logró alcanzar temperaturas cercanas al cero absoluto gracias al EMC de ciertas sales paramagnéticas, un resultado que en 1949 fue recompensado con el premio Nobel de Química.
Si bien todos los materiales magnéticos muestran EMC, solo algunos de ellos responden con los cambios de temperatura requeridos para las aplicaciones criogénicas. En general, la clave reside en encontrar el refrigerante óptimo para cada régimen de temperaturas. En una investigación reciente llevada a cabo por nuestro grupo y colaboradores de las universidades de Málaga y Edimburgo, hemos identificado un nuevo material magnético de base molecular que permite alcanzar temperaturas cercanas al cero absoluto con un EMC mucho mayor que el de las sustancias empleadas hasta ahora. El resultado ofrece nuevas posibilidades en el campo de la criogenia.
Diciembre 2012
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