La emisión de contaminantes a la atmósfera en las zonas industrializadas, no sólo de Europa sino también de América del Norte, influye en la precipitación ácida sobre España.
La contaminación atmosférica, uno de los obligados tributos del progreso industrial y técnico, arrastra consecuencias negativas para los individuos, los ecosistemas y el entorno. Con el efecto de invernadero, del que no es inseparable, la lluvia ácida constituye una forma habitual de esas alteraciones.
El adjetivo "ácida" que acompaña al sustantivo "lluvia" alude a su concentración de iones de hidrógeno, a su pH. A tenor del mismo, dividimos las soluciones en básicas, neutras y ácidas. El valor de referencia es el pH del agua, solución neutra prototípica, cifrado en 7. Por encima de este valor hablaremos de una solución básica y ácida, por debajo; de acuerdo con ello, una solución con un pH 2 será más ácida que otra con un pH 5.
Por precipitación ácida hemos de entender una deposición sólida (nieve o granizo), lluvia o una agrupación de gotitas de niebla con pH menor que 5,6. Este límite se establece al admitir que la concentración media y natural del dióxido de carbono es de 340 partes por millón (ppm), que corresponde a un pH de 5,6 a la temperatura de 15 oC para la lluvia no contaminada.
Febrero 1994
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