Las ondulaciones de serpientes y lagartos dependen del entorno.
Daniel I. Goldman
David L. Hu
CORTESÍA DE DANIEL I. GOLDMAN Y DAVID L. HU
El movimiento es fundamental para la supervivencia de los animales. Para buscar alimento, aparearse o huir, las anguilas nadan, los halcones vuelan, los topos excavan y las ardillas saltan. Las escalas implicadas en los procesos biofísicos responsables de la locomoción recorren varios órdenes de magnitud: incluyen procesos microscópicos (canales iónicos en fibras nerviosas que se despolarizan para enviar y recibir información), anatómicos (entre músculos, tendones y esqueleto) o de interacción entre el entorno y partes del cuerpo (como pies y manos, para generar una tracción efectiva).
Uno de los objetivos del estudio de los procesos locomotores consiste en describir sus principios generales mediante modelos aplicables a cualquier escala; una meta que requiere la colaboración de biólogos, físicos, matemáticos e ingenieros. Además, el estudio del movimiento en el reino animal ha inspirado el diseño de vehículos con una movilidad igual o incluso superior a la observada en los seres vivos.
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