Un descubrimiento paleontológico en Venezuela permite conocer la morfología y hábitat de un roedor de grandes dimensiones.
© Science / Ilustración de Carin L. Cain
Fósiles espectaculares de roedores descubiertos en Venezuela invitan a reconsiderar la evolución de este grupo de mamíferos. Los roedores más antiguos de América del Sur se han hallado en Chile; datan del Oligoceno temprano, hace unos 31,5 millones de años. Este fue el comienzo del registro de los caviomorfos, los roedores endémicos de América del Sur y de las Antillas. Sin embargo, no se sabe cuándo ni cómo llegaron los primeros roedores a este subcontinente, puesto que en esa época y durante la mayor parte del período Terciario, América del Sur estuvo separada de las otras masas continentales. Se especula que pudieron llegar en «islas flotantes» desde África, donde viven los parientes más cercanos de los caviomorfos.
El aislamiento de América del Sur tuvo una gran influencia en la evolución de su fauna. Salvo algunas excepciones (entre ellas, los roedores y los primates), no hubo intercambio faunístico con otros continentes hasta la elevación del istmo de Panamá. Durante el Terciario, muchos grupos de mamíferos que medraban en otros continentes no existían en América del Sur, y viceversa [Véase «Mamíferos desaparecidos de Sudamérica», por John J. Flynn et al.; Investigación y Ciencia, julio de 2007]. En numerosos casos, grupos de mamíferos muy distintos ocuparon nichos ecológicos equivalentes en diferentes partes del globo. Los caviomorfos tuvieron a su disposición una gama de nichos ecológicos en América del Sur distinta de la de otros roedores en otros continentes. En consecuencia, el grupo se diversificó en tamaño y forma, y aparecieron especies únicas en América del Sur que a menudo guardan semejanza con distintos mamíferos de los otros continentes. Este tipo de similitud que no conlleva parentesco es producto de una convergencia evolutiva.
Febrero 2011
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