La restauración ecológica se define como el proceso de ayudar al restablecimiento de un ecosistema que ha sido degradado, dañado o destruido (se considera que un ecosistema se ha recuperado cuando éste puede mantener su composición de especies, estructura espacial y procesos dinámicos). Por tanto, la restauración de la vegetación no consiste en una mera consecución de un dosel forestal integrado por una o pocas especies (nativas o no), como se observa en nuestros espacios protegidos, sino en engranar el elenco de especies nativas de una forma que recree el modo en que estas se ensamblan, en el espacio y el tiempo, en las comunidades naturales.
Ambicionado durante mucho tiempo por biólogos, naturalistas y ecologistas, hoy es este un objetivo realista. La sociedad y las administraciones ven la reforestación ya no solo con fines productivos; los valores naturales, ambientales y ecológicos cobran el mayor protagonismo en el nuevo milenio. Nos hallamos, por tanto, ante un escenario en el que urge la colaboración entre la ecología vegetal y las ciencias forestales.
Tres ideas resultan fundamentales en las visiones modernas de restauración ecológica de la vegetación: sucesión de la vegetación, balance de interacciones entre plantas en la sucesión y heterogeneidad y dinámica del paisaje.
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