La pureza de un plasma termonuclear es uno de los factores críticos en la obtención de energía de fusión.
La energía liberada en la fusión de núcleos de átomos ligeros, principalmente de hidrógeno y sus isótopos (deuterio y tritio), constituye la mayor reserva energética de la humanidad y la mejor alternativa potencial del futuro. Las reservas ilimitadas de su combustible, su fácil disponibilidad, la seguridad intrínseca de un reactor de fusión y la inexistencia de procesamientos de residuos radiactivos a gran escala determinan que la energía de fusión sea, al mismo tiempo, compatible con las máximas condiciones de seguridad, protección del entorno y rentabilidad económica.
La producción controlada de reacciones de fusión, con balance neto de energía, se ha convertido, en las últimas décadas, en una de las aventuras científicas y técnicas más ambiciosas. Y ya, mediante el empleo de campos magnéticos intensos en los dispositivos tokamaks, se han producido plasmas de fusión con temperaturas y densidades similares a las requeridas en un reactor de fusión. En noviembre de 1991, en el tokamak JET de la Comunidad Económica Europea instalado en Culham, Inglaterra, se obtuvieron las primeras cantidades importantes de energía de fusión (millones de joules) de manera controlada.
Marzo 1993
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