La exploración del universo extremo.
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«Sobre las capas más altas de la atmósfera incide una fina lluvia de partículas cargadas, proveniente del espacio exterior y conocida como radiación cósmica primordial.» Con estas palabras sobre la naturaleza de los rayos cósmicos daba comienzo Cecil Powell a su discurso en la ceremonia de los Nobel de 1950.
El galardón le fue concedido por el desarrollo del método fotográfico para identificar las partículas de alta velocidad y vida efímera, producto de colisiones muy energéticas, que aparecían de forma imprevista en los estudios de rayos cósmicos. Al mismo tiempo, ese método se utilizaba para descubrir nuevos componentes de la «fina lluvia» de Powell: los núcleos atómicos pesados. Estos dos frentes, el estudio de los rayos cósmicos primarios y de los productos de sus colisiones, continúan formando el tejido de la investigación actual.
Aunque hoy en día las colisiones entre partículas se estudian mediante del uso de gigantescos aceleradores, la única ventana al comportamiento de las partículas de mayor energía sigue siendo el examen de los rayos cósmicos. El estudio de la radiación cósmica primordial forma parte de la astrofísica contemporánea: mediante la comparación de la composición de los rayos cósmicos con la de las estrellas, es posible identificar su procedencia e investigar los procesos estelares violentos.
Octubre 2012
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