Entre biólogos, se ha puesto de moda destacar el papel de lo contingente en el origen y la evolución de la vida, el hombre y la mente. De estos trascendentales fenómenos se dice que son fruto de combinaciones de acontecimientos fortuitos, improbables en grado sumo. Pero la tesis de que el origen de la vida fue en extremo improbable es falsa. La vida no surgió de golpe. Sólo hubiera sido así por milagro. Si la vida apareció merced a fenómenos explicables, forzoso hubo de ser que siguiera una serie muy larga de procesos químicos, conducentes a la formación de estructuras moleculares de complejidad creciente. Tales procesos, por su naturaleza química, hubieron de ser determinísticos y reproducibles, y habrían de venir impuestos por las condiciones fisicoquímicas en que acontecieron.
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