¿Por qué se sirven los dulces al final de la comida? Los orígenes de la cocina occidental moderna hunden sus raíces en ideas que acerca de la dieta y de la nutrición surgieron a mediados del siglo XVII.
heidi noland
De haber asistido en la Francia o la Inglaterra del siglo xvi a un banquete cortesano, la comida que allí se servía nos habría parecido extrañísima. Abundaban en aquellos menús los purés de arroz y pollo (manjar blanco), espesos y mezclados con leche de almendras, aderezados con azúcar y manteca de cerdo frita. El lechoncillo asado podía sazonarse con salsa de camelina, acompañamiento que constaba de jugo de uvas agraces espesado con miga de pan, pasas y almendras machacadas, salpimentado el conjunto con cinamomo y clavo. Otras ofertas podían consistir en habas cocidas con carne y aderezadas con menta molida o dulce de membrillo (que se hacía con azúcar o miel). Y, para regarlo todo, se escanciaría hipocrás, un vino tinto caliente y sazonado con jengibre, cinamomo, clavo y azúcar.
En cambio, apenas 100 años después, el menú nos resultaría ya tranquilizadoramente conocido. Habría sobre la mesa caldo de carne, ostras, anchoas y un pavo asado con su salsa. De acompañamiento se servirían setas cocinadas con nata y perejil, lechuga aliñada con aceite y vinagre, peras de agua, sorbete de limón y un espumoso vino blanco.
Octubre 2000
Revista digital en PDF
Revista en papel
Suscripción
Lo más comentado
La muy aburrida coherencia de la física cuántica
¿Tiene futuro un planeta abarrotado de habitantes?
El sonido de las bacterias sobre tambores de grafeno
Un artículo dice