Las galaxias constituyen los laboratorios astrofísicos donde someter a prueba la influencia de las condiciones del medio interestelar en la generación de estrellas.
Pese a los grandes progresos de la electrónica portátil, las baterías utilizadas no han cambiado mucho. Sus versiones más pequeñas siguen siendo la única solución para productos populares que consumen hasta 20 watt, desde juguetes a ordenadores portátiles. Pesan bastante, son caras y se agotan sin previo aviso, obligando a su reposición (si se tiene otra a mano) o a su recarga (que puede durar horas). ¿No queda otra alternativa?
Es curioso que la respuesta pueda depender de un invento del siglo XIX, las pilas de combustible. Teóricamente son tan cómodas de utilizar como las baterías, realizando una conversión silenciosa y limpia de la energía química de una sustancia en energía eléctrica. Pero su verdadera ventaja reside en la asombrosa capacidad que tienen de liberar energía eléctrica del átomo de hidrógeno. Una pila que funcione con metanol puede suministrar hasta veinte veces más energía que las baterías de níquel-cadmio tradicionales de volumen comparable, pero a menor precio y con mucho menos peso. Otra ventaja es que las pilas de combustible no requieren una recarga prolongada, sino que se restauran con rapidez sin más que añadir combustible.
Septiembre 1999
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