Las células de plantas y hongos contienen en su membrana plasmática una ATPasa que opera como bomba de protones. La enzima desempeña un papel crucial en la regulación de la concentración de protones y en el transporte de otros iones.
Las células de las plantas y de los hongos se caracterizan, entre otras peculiaridades, por su membrana plasmática. Una forma gráfica de expresar la función de la misma es la de imaginarla como un recipiente o tubo de ensayo de las células donde quedan confinados todos los reactivos químicos en continua transformación metabólica. La química de los seres vivos evolucionó probablemente a partir de reacciones en solución que, luego, se mantuvieron encerradas en una membrana lipídica (la membrana plasmática lo es); ello redoblaría el rendimiento de las rutas metabólicas al evitar la dilución de las moléculas reaccionantes.
Mas, por constituir una barrera contra la permeabilidad, la membrana plasmática planteó sus propios problemas. Según John Raven, de la Universidad escocesa de Dundee, la generación de ácidos por el metabolismo anaerobio de las células primitivas tendería a acidificar el medio interno celular. Por tanto, el desarrollo de una enzima capaz de expulsar protones (H+) suponía una ventaja evolutiva. Y eso ocurrió con la ATPasa, anclada en la membrana y capaz de expulsar protones a costa de la hidrólisis del trifosfato de adenosina (ATP). Esta bomba primitiva de protones sería el origen de todas las demás ATPasas posteriores, preparadas ya para transportar sodio, potasio y calcio. Los hongos y las plantas poseen en su membrana plasmática una ATPasa bombeadora de protones que podría derivar de esa ATPasa originaria postulada.
Enero 1993
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