La Expo 2005, la feria internacional celebrada en Aichi, recibió más de 22millones de visitantes. Ni uno de ellos entró con un boleto falso. Las entradas eran casi imposibles de falsificar porque cada una contenía un diminuto microcircuito, o chip, de IDRF (identificación por radiofrecuencia) --de sólo 0,4 milímetros de lado por 0,06 milímetros de espesor-- que transmitía por radiofrecuencia un número identificador a un escáner instalado en los accesos.
Hitachi, el fabricante de aquel chip, se propone ahora obtener un dispositivo todavía menor. En 2007 fabricó un chip de sólo 0,05 milímetros de lado y 0,005 milímetros de espesor. Casi invisible, ese prototipo incorpora las mismas funciones que el de los boletos de la Expo, pero su superficie es sesenta veces menor. Su tamaño, que permite incrustarlo en una hoja de papel, anuncia una era en que los objetos podrán ser discretamente etiquetados y leídos por un escáner con el que no será necesario establecer contacto físico.
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