Charles Darwin y Alfred Russell Wallace concibieron de forma independiente la teoría de la evolución a través de la selección natural. Ambos creyeron posible explicar el origen de las especies por medio de ese mecanismo. Pero mientras Darwin llevó la teoría hasta su última consecuencia, Wallace se detuvo a un paso del final.
La última consecuencia no era otra que el origen de las capacidades cognitivas. Para Darwin se trataba de un producto más de la selección natural, en tanto que Wallace atribuía su origen a una intervención externa, divina según parece. La mente sería para Darwin una función del cerebro, mientras que Wallace la consideraba una entidad totalmente diferente, con un substrato no material.
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