La biología supera las fantasías más atrevidas con que se ha presentado el futuro de los robots moleculares.
Entre los logros prometidos por la nanotécnica ocupan un puesto de honor las máquinas. Los artefactos poseen una atracción inmediata. Resultan evidentes los beneficios aportados por los poderosos ingenios de nuestro mundo: aviones, submarinos, robots de soldadura, hornos y otros. Si se pudieran tomar las mismas ideas que han servido para proyectarlos y aplicar aquéllas a máquinas de tamaño minúsculo, ¿quién sabe lo que podrían ser capaces de hacer?
Cuando se especula sobre máquinas pequeñas suele pensarse en dos clases, a saber, las que remedan prototipos existentes y las que constituyen una novedad radical. En el primer caso, hablaríamos de submarinos nanométricos, con dimensiones de milmillonésimas de metro y eslora de decenas o escasos centenares de átomos. Por seguir con el ejemplo, se trataría de una máquina apta para navegar a través de la sangre, buscando células enfermas y destruyéndolas.
Noviembre 2001
Revista digital en PDF
Revista en papel
Suscripción
Lo más comentado
Un artículo dice
La numerología pitagórica, los quarks y el nanocosmos
La muy aburrida coherencia de la física cuántica
No, la física cuántica no dice eso