Para sacar partido del vasto y creciente potencial de ideas novedosas, hacen falta normas nuevas.
En la pluviselva de África Central, un equipo de investigadores y estudiantes de EE.UU., Camerún, Gabón, Reino Unido, Alemania, Francia y Holanda está creando un plan de conservación para la región que tiene en cuenta su desarrollo económico y el cambio climático. En este grupo, financiado por la Fundación Nacional para la Ciencia estadounidense, figuran biólogos, agrónomos y sociólogos. La colaboración entre personas de diferentes disciplinas y países que comparten objetivos y recursos se está volviendo habitual en el ámbito de la ciencia y la ingeniería. En los equipos, la diversidad acelera la innovación, tal vez porque los investigadores de diferente formación observan los mismos problemas bajo distintas lentes, y juntos pueden corregirse unos a otros sesgos ocultos.
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Robots en miniatura, fármacos personalizados y otras técnicas que podrían cambiar nuestra vida permanecen a la espera en el laboratorio, faltos de financiación. He aquí cómo resolver el problema.
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