La modelización mediante ordenador pone al descubierto la forma en que el agua condiciona la estructura y dinámica de las proteínas y otras biomoléculas.
El agua es barata, cuando no gratuita, en buena parte del mundo. Pero durante el verano de 1986, uno de los autores (Levitt) pagó medio millón de dólares por una gota que cabía en la punta de un alfiler. No es que ese mínimo valiera semejante precio. Con el dinero se pagaron dos semanas de trabajo de un superordenador especial, sin el cual no se habría podido elaborar un modelo capaz de explicar de qué modo el agua condiciona la estructura y el movimiento de una proteína particular.
La proteína en cuestión era el inhibidor de la tripsina pancreática bovina (BPTI, del inglés ''bovine pancreatic trypsin inhibitor''), que se encuentra en el páncreas del ganado. El BPTI es una de las moléculas favoritas de los modelizadores por ordenador por su menguado tamaño, lo que facilita su investigación frente a las demás proteínas. El equipo de Martin Karplus, de la Universidad de Harvard, había obtenido un modelo en 1977, pero sólo en el vacío, es decir, sin que ninguna otra molécula interaccionara con el inhibidor. Nadie había representado el BPTI tal y como se encuentra en el interior celular, rodeado de miles de moléculas de agua.
Enero 1999
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