Los tests actuales revelan si un animal sacrificado padecía la enfermedad de las vacas locas en un grado avanzado, pero distan mucho de poder asegurar que una pieza de carne adquirida en comercio está exenta de peligro.
Desde que apareció en Europa el primer caso de enfermedad de las vacas locas reina una gran inquietud entre la población. La encefalopatía espongiforme bovina (EEB) ocupa portadas de periódicos y revistas. La patología debe su nombre a la degeneración que en forma de esponja aparece en el sistema nervioso central en las vacas que sufren el estadio final de la enfermedad.
Por lo que sabemos, la EEB puede trasmitirse también a las personas y, después de un período de incubación de uno a varios años, provocar una nueva variedad de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, que termina en una demencia progresiva y en la muerte. (La genuina enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, conocida desde hace tiempo, sigue el mismo curso, pero no es contagiosa. Surge espontánea, sin intervención de factores externos, con una probabilidad sumamente escasa.)
Julio 2001
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