La esquizofrenia y la enfermedad maniacodepresiva están configuradas por la herencia y marcadas por cambios estructurales y bioquímicos del cerebro. Los genes que predisponen a ellos permanecen sumidos en la oscuridad.
Durante siglos la religión y la poesía consideraron la locura una aflicción del espíritu, al par que la medicina veía en ella un trastorno de los humores y órganos del cuerpo. A lo largo del último siglo, los médicos han clasificado las dos formas predominantes de psicosis (término actual que sustituye al de locura), la esquizofrenia y la manía, entre las enfermedades crónicas, al tiempo que han venido descubriendo las anomalías, de orden estructural y funcional, que las acompañan. Cada una de las dos afecta a casi el 1 por ciento de la población. Ambas se despiertan de manera episódica, aunque la esquizofrenia sigue un curso de deterioro progresivo, mientras que los pacientes con la enfermedad maniacodepresiva bipolar, que sufren episodios de manía y de depresión, se comportan de ordinario con la más absoluta normalidad entre los episodios.
Comenzamos ya a conocer sus bases anatómicas, bioquímicas y hereditarias. La investigación ha configurado el desarrollo de nuevos tratamientos. De todo ello hablaremos aquí, si bien parece conveniente iniciar la exposición con los síntomas que aparecen en los pacientes.
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