La mayoría de los edificios de más de cuatro pisos emplean ascensores de tracción. Un motor eléctrico instalado en el extremo superior del pozo o hueco hace girar una polea múltiple que hace subir y bajar unos cables unidos a la cabina y a un contrapeso. En las máquinas más lentas un juego de engranajes conecta el motor a la polea. En los ascensores más rápidos no hay engranajes: la polea es solidaria del eje del motor.
En ambos casos, la maquinaria suele llenar el espacio de una sala encima del pozo o junto a éste, ocupando lo que podría ser la sala principal de un ático. Pero las innovaciones están permitiendo a los constructores hacer caber la maquinaria en la boca del pozo o contra un muro lateral. "De forma gradual vamos evolucionando hacia diseños sin engranajes, de espacio cero", explica Jeff Blain, director de proyectos en Ascensores Schindler, de la ciudad de Nueva York. Algunas empresas emplean motores sin engranajes de imán permanente, de menor tamaño que los diseños tradicionales pero con la misma potencia. Ascensores Otis, en Farmington, ha sustituido los cables de acero trenzados por correas planas de acero, lo que ha permitido reducir el tamaño del motor y la polea.
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