El envejecimiento se caracteriza por un deterioro tisular y orgánico, consecuencia de la disfunción de las enzimas que regulan el metabolismo. Amén de los cambios externos, se producen durante el envejecimiento otras alteraciones profundas con consecuencias más graves: trastornos neurológicos, enfermedades neurodegenerativas, hipotonía, sordera e incremento de la incidencia del cáncer.
A principios del siglo pasado, Peyton Rous, del Instituto Rockefeller de Investigación Médica en Nueva York, demostró que una dieta equilibrada y baja en calorías ejercía en los animales de experimentación una influencia positiva en la prevención del cáncer inducido. La dieta hipocalórica opera también una influencia positiva sobre el envejecimiento: alarga la vida en alrededor de un 30 por ciento. Los estudios sobre los efectos de la restricción calórica se han centrado sobre todo en el aumento de la longevidad, la disminución de la acción de la insulina y el aumento de la protección contra la carcinogénesis espontánea e inducida (ambiental).
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