Poco a poco comienzan a conocerse los pormenores de la formación de las circunvoluciones cerebrales. Al ahondar en esa línea de investigación, esperan los clínicos, podrá mejorarse el diagnóstico y el tratamiento del autismo, la esquizofrenia y otros.
Uno de los primeros fenómenos que se aprecian en el cerebro humano es su intrincado paisaje de montes y valles. Estas circunvoluciones se deben a la corteza cerebral, un manto de dos a cuatro milímetros de espesor, formado por un tejido gelatinoso repleto de neuronas, la "sustancia gris", que media nuestras percepciones, pensamientos y actos. Otros mamíferos con cerebro voluminoso (ballenas, perros y primates no humanos, los grandes simios, entre otros) poseen también un cerebro rugoso, dotado de una configuración de circunvoluciones característica. Los mamíferos de cerebro pequeño y otros vertebrados poseen, en cambio, un encéfalo liso.
La corteza cerebral de los mamíferos con cerebro voluminoso se expandió en el curso de la evolución en mayor medida que la caja craneana. De hecho, si extendiéramos sobre un plano la corteza cerebral humana, ocuparía la superficie de una paella, tres veces mayor que el área interior de la caja craneana. Por consiguiente, la única forma de que la corteza de los humanos y de otras especies con cerebro voluminoso encaje en la caja craneana es plegándose.
Abril 2009
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