Dos ingeniosas técnicas en espectroscopía y espectropolarimetría prometen interesantes avances en la búsqueda de vida extraterrestre.
GABRIEL PÉREZ/INSTITUTO DE ASTROFÍSICA DE CANARIAS
Durante los últimos años, la astrofísica ha visto crecer su interés por la espectroscopía de alta precisión. Esta técnica resulta imprescindible para buscar exoplanetas similares a la Tierra (sobre todo, aquellos situados en la zona de habitabilidad de su estrella anfitriona), así como para medir de manera directa la expansión acelerada del universo, o para estudiar la estabilidad temporal de las constantes físicas fundamentales a partir de la observación de galaxias muy lejanas.
Buena parte de los planetas extrasolares conocidos hasta ahora han sido descubiertos gracias a medidas muy precisas de los ligeros vaivenes que experimenta una estrella como consecuencia de la atracción gravitatoria de un planeta cercano. Este método recibe el nombre de «técnica de la velocidad radial», ya que su objetivo consiste en medir las variaciones en la velocidad del astro a lo largo de la línea de visión desde la Tierra. Dichos cambios se observan como diminutos desplazamientos Doppler en el espectro de la estrella (las variaciones de longitud de onda que se producen cuando la fuente se acerca o aleja del observador).
La mayor parte de los más de 500 exoplanetas descubiertos hasta la fecha mediante la técnica de la velocidad radial son de gran tamaño, similares a Júpiter o Saturno. Y aunque durante los últimos años se han detectado varios semejantes a Neptuno o incluso menores, la mayoría posee períodos orbitales cortos, inferiores a 100 días; es decir, se encuentran muy próximos a su estrella anfitriona.
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