Los medios de comunicación contribuyen a configurar nuestra forma de ver el mundo. Al facilitar el acceso a ciertos temas, conceptos e imágenes, influyen directamente en lo que la gente considera importante. La publicidad insta a nuevos hábitos de consumo, nuevas formas de pensar, sentir y actuar. La presentación (o eliminación) de ciertos tipos, imágenes o roles asociados al sexo promueve la creación de estereotipos. Con la distribución de imágenes en publicidad, revistas, televisión o Internet se contribuye a la cristalización de estereotipos sobre el aspecto físico, imponiéndose modelos estandarizados de belleza. Los medios establecen los ideales de salud y belleza predominantes así como las problemáticas de moda (lo que "se lleva", lo que vende). Y ponen en circulación remedios regidos por criterios de novedad y rentabilidad más que por su eficacia.
En todas las culturas, las características físicas y el atractivo de la mujer reciben mucha más atención que los del hombre. Pero los criterios estéticos han ido cambiando con el tiempo y con las distintas sociedades. Hoy asistimos, sin embargo, a un fenómeno singular: los medios de comunicación y, en particular, el acceso a Internet, con contenidos compartidos por miles de millones de personas, tienden a homogeneizar criterios estéticos, gustos, modas y actitudes.
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