Existen al menos cinco formas de memoria bastante independientes entre sí. Nos permiten acceder a nuestro pasado, forjar nuestra identidad y adquirir competencias. Psicólogos y neurocientíficos revelan la lógica de tales interacciones.
© istockphoto / Linda Bucklin (cabeza)
Existen diversas formas de memoria. Suelen reducirse a cinco tipos fundamentales: episódica, semántica, perceptiva, operativa y procedimental.
Según Endel Tulving, reconocido especialista en psicología y neurología cognitiva, las memorias perceptiva, semántica y episódica constituyen una cadena que conduce a la codificación del recuerdo.
La memoria operativa constituye uno de los mecanismos fundamentales de la consciencia. Si tan solo percibiéramos el instante, no podríamos tener consciencia del mismo.
El ejemplo nos demuestra que la memoria no constituye un bloque uniforme. Existen diversas formas. Algunas registran los acontecimientos vinculados a un contexto (el recuerdo de una fiesta, de un momento en particular): es la memoria episódica. Otras almacenan los conocimientos sobre uno mismo o sobre el mundo (conocer la propia fecha de nacimiento, o saber que el Nilo es un río de Egipto): se trata de la memoria semántica. Suelen reducirse a cinco los tipos fundamentales de memoria; a saber, episódica, semántica, perceptiva, operativa y procedimental.
En función de las épocas o de las escuelas, psicólogos o neurocientíficos han hecho hincapié sobre una u otra de estas formas de memoria. En ese sentido, Endel Tulving, de la Universidad de Toronto y experto autorizado en la materia, declaró ya hace tiempo que la memoria determinante era la episódica. Otro neuropsicólogo, Alan Baddeley, de la Universidad de Cambridge, se ha fijado en la memoria operativa, la que permite retener un número de teléfono justo el tiempo suficiente para poderlo marcar.
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