Cierto día de 1865, Friedrich August Kekulé se despertó de un curioso sueño: había imaginado una serpiente que formaba un círculo y se mordía la cola. Kekulé, lo mismo que muchos químicos de su tiempo, había estado trabajando febrilmente para revelar la auténtica estructura del benceno, un problema que llevaba largo tiempo sin explicación. Pero el sueño de Kekulé "una serpiente que se mordía la cola" contribuyó a hacerle ver con claridad que la molécula del benceno habría de ser anular. O así lo cuenta la historia. Esta visión abrió el camino para comprender la química orgánica, y le mereció a Kekulé un título nobiliario en Alemania.
Aunque sean pocos quienes reciben títulos nobiliarios, el método de Kekulé para resolver problemas resulta bastante familiar. Ya se trate de decidir qué carrera vamos a elegir, de aceptar un riesgo o una ocupación exigente, o de hacer saber a otra persona nuestro amor, se piensa que "la consulta con la almohada" nos va a proporcionar la necesaria claridad de ideas para lograr ensamblar los rompecabezas que la vida nos plantea. Pero, ¿cómo podría el sueño resolver nuestros problemas?
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