Póngase a prueba para aprender lo que las sombras nos revelan sobre el cerebro.
© ISTOCKPHOTO / Ewen Cameron
La imagen visual es intrínsecamente ambigua: la de una persona en la retina sería del mismo tamaño, ya se tratase de un enano visto desde cerca como de un gigante a mayor distancia. La percepción consiste, en parte, en la aplicación de ciertas hipótesis concernientes al mundo con el fin de resolver este tipo de ambigüedades. Ello da ocasión a utilizar las ilusiones para traer a primer plano las reglas e hipótesis que el cerebro contiene y aplica. En este artículo nos ocuparemos de ilusiones debidas al sombreado.
En a, los discos son ambiguos: podemos imaginar que los de la hilera superior corresponden a esferas convexas, o "huevos", iluminados desde la derecha, y que los de la hilera inferior son alvéolos, concavidades. Pero podemos también concebir estos discos a la inversa, pues trasladando mentalmente la fuente luminosa de la derecha a la izquierda resulta fácil conseguir que alvéolos y huevos truequen sus papeles. Esta observación revela que los centros visuales del cerebro cuentan con una presunción implícita, a saber, que toda la imagen se halla iluminada por un solo punto de luz, una hipótesis razonable, pues hemos evolucionado en un planeta que tiene un único sol.
Septiembre/Diciembre 2012
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