"Me resulta difícil de explicar. Siento como una bola en el estómago. Se me hace un nudo en la garganta y me dan dolores de cabeza", le explica un paciente a su psicoterapeuta. "¿Temía usted a alguien? ¿Cree que esa persona quería agredirle? ¿Sentía acaso algo especial frente a ella?", indaga el terapeuta. El paciente frunce el ceño, con la mirada perdida. "No lo sé. No lo comprendo." El terapeuta lleva varias semanas ayudándole a plasmar en palabras sus estados emotivos. Se produce un fenómeno extraño: cuando el paciente evoca un episodio de su vida que estuvo cargado de emociones, así un encuentro amoroso o un conflicto familiar, describe con detalle sus sensaciones físicas, pero no halla palabras para exponer sus sentimientos.
Este desorden, que recibe el nombre de alexitimia, consiste en la incapacidad del sujeto para identificar las emociones propias. Sin embargo, al medir los parámetros fisiológicos del paciente, como su ritmo cardíaco o sudoración epidérmica, se constata la existencia de emociones, pues provocan manifestaciones fisiológicas. Todo ocurre como si la persona se viera incapaz de tomar conciencia de ellas y de expresarlas.
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