La hija de George McGovern, senador y aspirante a la presidencia de los Estados Unidos, falleció de frío a las puertas de un bar en 1994, con sólo 45 años. La muerte de Terry McGovern ocurrió tras una noche de borrachera; así terminaba una vida de lucha contra su dependencia del alcohol. Hija segunda del senador, había sido mujer de talento y encanto, aunque también de inconformismo y rebeldía. Empezó a beber a los 13 años, quedó embarazada a los 15 y experimentó con marihuana y ácido lisérgico en su época de instituto. Consiguió mantenerse abstemia entre los treinta y cuarenta años, pero acabó cayendo de nuevo en la dipsomanía. Antes de fallecer había pasado por muchos programas de rehabilitación y por más de 60 desintoxicaciones.
No se trata de un caso único. La incapacidad para superar las dependencias es harto frecuente, aun si se cuenta con el firme apoyo de la familia. Los porcentajes de curación dependen del tipo de terapia, de la gravedad del caso y de los criterios utilizados para calibrar el éxito. Mas, por regla general, no llegan a una tercera parte los alcohólicos rehabilitados al cabo de uno o dos años del tratamiento. Cabe, pues, considerar que la dipsomanía es una enfermedad crónica y recidivante. Al igual que otras enfermedades psiquiátricas graves, puede ser causa de una vida entera de episodios recurrentes y de repetidos tratamientos.
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