Año de 1894. En la villa sajona de Borna, situada 30 kilómetros al sur de Leipzig, la vida parece transcurrir con normalidad: los adultos atienden sus ocupaciones, los niños corretean por las calles y el ganado pasta en el prado. Aunque... ¿No se les ve muy apáticos a los caballos? ¿Y qué ocurre con las vacas y las ovejas? Los animales de Borna se comportan como si estuvieran aquejados de una inexplicable melancolía. Se encuentran deprimidos, rechazan los pastos y sufren fiebres y trastornos del movimiento. El ganado aquejado de ese mal extraño no suele vivir más de una o dos semanas.
Treinta años después. El virólogo Wilhelm Zwick (1871-1941) descifra el secreto de tan misteriosa enfermedad. Descubre en 1924 que la causa se esconde en un virus, al que bautizó con el nombre de la villa teatro de las primeras manifestaciones: el virus de Borna. Este agente infeccioso ataca el "sistema límbico" de los mamíferos, el centro cerebral de las emociones. Es muy probable que también infecte al ser humano; la sangre de algunos de nosotros, por lo menos, posee anticuerpos contra este virus.
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