Mucha gente considera la búsqueda de compañero de pareja una empresa ardua y complicada. Nada más erróneo, si nos guiamos por investigaciones recientes, con modelos de ordenador, acometidas en el Instituto Max Planck de Investigación Educativa de Berlín.
Peter Todd y su laboratorio de investigación organizan curiosos encuentros entre ''personas'' solteras. Los participantes son agentes virtuales y el local de reunión es un ordenador. Esos entes en busca de su media naranja, aunque programados, se comportan como personas de carne y hueso. Acuden a citas, recogen información sobre sus pretendidos y ponen de relieve aspectos de su propia valía. Cada interviniente debe encontrar el compañero más atractivo, es decir, que posea el máximo ''valor de mercado'': por su aspecto, cuenta bancaria y carácter. Al final, una podrá ''declararse'' al otro. Si éste acepta la oferta, tendremos formada una pareja. Los dos desaparecen entonces del mercado matrimonial virtual.
Por ese camino se esperaba que el desenvolvimiento de tales criaturas aportaría las claves sobre cuestiones que a muchos inquietan: ¿cuántos candidatos hay que examinar antes de comprometerse? ¿Qué estrategias de comportamiento nos ayudan a encontrar nuestro compañero de la manera más rápida posible? ¿Con qué patrón se mide el equilibrio de la relación? En otros términos: ¿en qué se parecen los valores de mercado de los miembros de la pareja? Aunque Todd no garantiza el éxito, los resultados alcanzados muestran que es bastante fácil encontrar nuestro socio adecuado, siempre y cuando se eviten unos cuantos fallos muy corrientes.
Julio/Septiembre 2003
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