Las emociones desempeñan un importante papel en la mejora de la calidad de vida durante la vejez. Los programas que combinan la estimulación cognitiva y el entrenamiento de la inteligencia emocional podrían incrementar el bienestar psicológico a esas edades.
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La estrecha relación entre cognición y emoción hace que las emociones deban tenerse en cuenta para el bienestar y la salud durante la vejez.
Aunque los adultos mayores usan estrategias más adecuadas para el control de las emociones que los jóvenes, estas resultan pasivas.
Los programas informáticos de estimulación podrían ayudar al entrenamiento de la inteligencia emocional a edades avanzadas.
La vejez está colmada de cambios biológicos, cognitivos y sociales, por lo que, también en esta etapa de la vida, se requiere la puesta en marcha de recursos para afrontarla y lograr una correcta adaptación. Hasta no hace mucho, los estudios sobre el envejecimiento se centraban, en su mayoría, en las capacidades cognitivas y el ámbito social. Sin embargo, la investigación sobre el funcionamiento de las emociones en la vejez ha experimentado un auge. Entre otros aspectos, se ha constatado que la educación de las emociones en las personas mayores favorece su bienestar psicológico. En 2008, Lorenzo Fariselli y Massimiliano Ghini, de la Universidad de Bolonia, junto con Joshua Freedman, experto en el desarrollo de la inteligencia emocional, publicaron un estudio con 405 sujetos de 20 a 70 años. Encontraron que, a medida que envejecen, las personas que tienen más oportunidad de aprender acerca de las emociones y sus manifestaciones aumentan el vocabulario emocional y experimentan más y más variadas situaciones de la vida. La importancia de estos hallazgos reside en la existencia de un componente de la inteligencia emocional implicado en el desarrollo personal, es decir, que la mayoría de los humanos va a mejorar en estas competencias simplemente a través de la experiencia vital. Ello refuerza la afirmación de que la inteligencia emocional se puede aprender.
El hecho de que durante la senectud se reduzcan los recursos somáticos para hacer frente a la activación fisiológica derivada de la emoción contribuye a que el entrenamiento de la capacidad emocional goce de mayor relevancia en esta etapa de la vida. Una persona mayor podría presentar dificultades para percibir las señales que las emociones provocan en el plano fisiológico, lo que interfiere tanto en el reconocimiento como la expresión y el control de estas.
Noviembre/Diciembre 2015
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